La isla de Lanzarote será el campo de estudio del proyecto internacional B-CHARMED, que centrará su línea de investigación durante el próximo año en los corales negros que albergan sus fondos submarinos. Estos animales coloniales formados por cientos de individuos denominados pólipos, parecidos a pequeñas anémonas de mar, están conectados físicamente y funcionan como una sola unidad.
Con una duración de 13 meses, B-CHARMED (acrónimo de “The Black Coral forests as unexplored Biodiversity Hotspots in the MAcaronesian Region: ecosysteM functions and sErvices analyseD), forma parte del programa europeo LIFE4BEST que recibe financiación del Programa LIFE de la Unión Europea, de la Oficina Francesa para la Biodiversidad (OFB) y de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD).
Los corales negros son propios de aguas profundas, aunque muchas especies aparecen en un rango de profundidad muy amplio. Con morfologías similares a verdaderos árboles, las comunidades de corales pueden agregarse de manera abundante en los fondos submarinos de las Islas Canarias a partir de los 30-40 metros de profundidad, formando auténticos “bosques submarinos” que modifican el paisaje, e influyen en la presencia de otras especies de fauna y flora, funcionando por lo tanto como verdaderos “bioingenieros” de los ecosistemas marinos.
Al contrario de los bosques de coral negro situados en latitudes tropicales, los conocimientos que existen hoy día de estos hábitats en toda la Macaronesia, y por lo tanto en Canarias, siguen siendo extremadamente superficiales debido sobretodo a las limitaciones físicas y biológicas que plantea su exploración en comparación con sus homólogos tropicales y que, en parte tratarán de dilucidarse a través de B-CHARMED.
En este proyecto participarán investigadores de la Asociación Biodiversidad Atlántica y Sostenibilidad (ABAS), localizada en Gran Canaria, España, institución que lidera el proyecto, y en él participan también investigadores el Instituto Leibniz para la Investigación del Mar Báltico de Warnemünde (IOW) de Alemania y del Laboratorio de Ecogeoquímica de Ambientes Bentónicos, en Banyuls sur Mer (LECOB), en Francia. Además, para su desarrollo a nivel local, contará con la colaboración de investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
A diferencia de otros corales como los formadores de la Gran Barrera de coral en Australia, cuyo esqueleto está formado principalmente por carbonato de calcio, los corales negros tienen un esqueleto compuesto por proteínas (alrededor del 50%) y quitina, compuesto flexible y resistente que forma parte de las paredes celulares de los hongos o de los esqueletos de muchos insectos. A pesar de tener diferentes apariencias y colores llamativos debido a los pólipos, el esqueleto de estos animales suele ser negro (de ahí su nombre), pudiendo estar recubierto por una serie de espinas que además de reforzar la resistencia del mismo a la torsión, se utilizan también para diferenciar las especies. Por ello a los corales negros también se les conoce como “corales espinosos” (“thorn corals”, en inglés).
En contraste con su esqueleto, los pólipos de estos corales suelen tener colores vivos. Con solo unos milímetros de tamaño, tienen una serie de tentáculos (generalmente 6) que rodean la boca por la cuál ingieren alimentos.
Actualmente estos hábitats marinos no están incluidos en ninguna directiva de protección nacional o regional, aunque en general si aparecen referenciados como Ecosistemas Marinos Vulnerables en las resoluciones 61/105 y 64/72 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como en el Apéndice 2 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).